Plantas medicinales en México: del uso tradicional a la terapia psicodélica

Por Osiris García Cerqueda, Anja Loizaga-Velder, Carmen Amezcua, Raul Escamilla Orozco e Bia Labate

Bia Labate: ¿Qué papel desempeñan las comunidades indígenas en el uso, la preservación y la transmisión actuales del conocimiento sobre plantas sagradas como el peyote o la psilocibina?

Osiris García Cerqueda: Los pueblos indígenas viven según sus propias realidades y tradiciones, en ese sentido, sus preocupaciones van más allá de los intereses fuertemente centrados de las sociedades occidentales en las plantas sagradas y el conocimiento ancestral indígena. Los pueblos indígenas se enfrentan a diversos problemas históricos dentro de sus territorios y esto ocurre mientras sus tradiciones resisten contra diferentes formas de dominación y olvido.

Muchos pueblos indígenas y personas no saben qué es el movimiento psicodélico, y no estoy seguro de que les interese.

Osiris García Cerqueda

Ilustración de Michelle Velasco.

Muchos pueblos y personas indígenas no saben qué es el movimiento psicodélico, y no estoy seguro de que eso les interese. Muchos indígenas se centran en satisfacer sus necesidades básicas, luchan por la comida, una vivienda digna, la protección de sus familias y también del entorno natural. Su lucha es por la vida y eso ayuda a que sus tradiciones y culturas sigan existiendo. En ese sentido, la «preservación y transmisión del conocimiento» forma parte de su vida cotidiana y da sentido a su existencia. Se enfrentan a problemas dentro de sus territorios, por lo que es difícil garantizar que su prioridad sea «tener un papel» dentro del escenario psicodélico. Esto también es válido y legítimo: los indígenas de diferentes comunidades salen de sus territorios y participan en conferencias sobre psicodelia, medio ambiente y derechos humanos para hablar de los problemas que sufren en sus territorios. El norte global debe prestar atención a las voces indígenas más allá de las plantas sagradas.

De izquierda a derecha: Osiris García Cerqueda, Anja Loizaga-Velder, Carmen Amezcua y Raúl Escamilla Orozco. «Plantas medicinales en México: del uso tradicional a la terapia psicodélica», en Psychedelic Science 2025, el 19 de junio de 2025 en Denver, Colorado.

Bia: ¿Cómo apoyan o restringen los marcos legales en México el uso de estas sustancias en el contexto de las prácticas de medicina indígena y para terapia e investigación?

Anja Loizaga-Velder: Aunque muchos extranjeros ven a México como un punto caliente para el uso y la ciencia de los psicodélicos, y hay una gran cantidad de retiros psicodélicos publicitados en Internet, el panorama legal de México para las sustancias psicodélicas se basa en un legado erróneo de prohibicionismo y un sesgo cultural general contra los psicodélicos que se origina en la Inquisición en la época colonial. Sin embargo, este panorama también es complejo, ambiguo y está en evolución. Actualmente, la mayoría de los psicodélicos, incluidos los hongos psilocibios, el peyote y el DMT, siguen clasificados como sustancias controladas en la Ley General de Salud de México y, en general, es ilegal poseerlos, cultivarlos o distribuirlos. Sin embargo, existen excepciones significativas que tienen su origen en el reconocimiento de los derechos indígenas y las prácticas tradicionales por parte de México. En virtud del artículo 195 bis del Código Penal Federal, el uso de hongos psilocibios y peyote no es perseguido cuando se produce en el contexto de ceremonias tradicionales indígenas. Esta excepción legal se diseñó específicamente para proteger los derechos culturales y religiosos de las comunidades indígenas, que han utilizado estas sustancias como parte de sus prácticas culturales y medicinales durante siglos.

En general, el uso terapéutico moderno de los psicodélicos carece de un marco legal claro y permanece en un espacio gris, lo que ha dificultado enormemente el avance de la investigación científica en México hasta ahora. Fuera de los entornos ceremoniales indígenas tradicionales, la posesión o el consumo de hongos con psilocibina o peyote sigue siendo ilegal y puede acarrear penas severas, incluidas penas de prisión. Lamentablemente, la actual clasificación de los psicodélicos, junto con la opacidad de los sistemas jurídicos, también ha contribuido al acoso e incluso al encarcelamiento de practicantes indígenas por transportar sus medicinas sagradas. Como consecuencia de la guerra contra las drogas que se libra en México, el Gobierno ha destinado marinos a los aeropuertos para que se encarguen de las aduanas. A través de estas medidas punitivas, el Estado ha impuesto penas de prisión a cuatro indígenas y cuatro no indígenas que viajaban con ayahuasca a México para usos ceremoniales y medicinales. Se trata de una violación de los derechos humanos fundamentales y un abuso del poder judicial bajo el pretexto de las leyes contra el tráfico de drogas. La mayoría de ellos han sido puestos en libertad gracias al trabajo persistente de los abogados del fondo de defensa de la ayahuasca ICEERS. Aku Kamanawa, miembro indígena de la tribu brasileña Noke Koi, tras haber cumplido más de un año en prisión —una experiencia verdaderamente terrible para él— y tres años de continuas batallas legales, sigue en libertad condicional, sin poder regresar a su hogar en Brasil.

En los últimos años, la actitud del público y del poder legislativo ha cambiado notablemente. La exsenadora Alejandra Lagunes ha propuesto una reforma legislativa para legalizar la psilocibina, con el objetivo de crear un marco para su uso terapéutico y ceremonial, al tiempo que se reconocen y protegen explícitamente las tradiciones indígenas. Esta iniciativa refleja un movimiento más amplio en México para abordar los retos de salud mental con terapias innovadoras y posicionar al país como líder en el emergente campo de la ciencia psicodélica.

En resumen, aunque los psicodélicos siguen siendo en gran medida ilegales en México, existen importantes protecciones legales para el uso ceremonial indígena y se están llevando a cabo esfuerzos legislativos activos para ampliar el acceso regulado, en particular con fines terapéuticos. Es probable que en los próximos años se produzca una mayor evolución legal, ya que México busca equilibrar la innovación en la atención de la salud mental con el respeto a su rico patrimonio ancestral. Es esencial que las voces indígenas participen activamente en cualquier proceso legislativo o médico que implique el uso de plantas y hongos medicinales tradicionales en nuestro país.

Bia: ¿Cómo podemos garantizar que el movimiento hacia la medicalización de los psicodélicos no dé lugar a la apropiación o la desaparición de las tradiciones y cosmologías indígenas?

Carmen Amezcua: Creo que la respuesta comienza con un cambio fundamental: debemos pasar de la extracción a la colaboración. Eso significa centrar el liderazgo indígena no solo de manera simbólica, sino también estructural, en la investigación, en los protocolos clínicos y en los beneficios económicos derivados de estas prácticas.

Diseñar conjuntamente marcos terapéuticos con los curanderos tradicionales, y no solo consultarles, es un paso fundamental. Se trata del poder de decisión, no solo de la representación. Este proceso debe basarse en un marco de reciprocidad ética, lo que algunos llamamos las siete R: reverencia, respeto, responsabilidad, relevancia, regulación, reparación y reconciliación.

Diseñar marcos terapéuticos en colaboración con los curanderos tradicionales, y no solo consultarles, es un paso fundamental. Se trata del poder de decisión, no solo de la representación.

Carmen Amezcua

En México, donde plantas sagradas como el peyote (hikuri) y los hongos psilocibios se han utilizado ceremonialmente durante siglos, estas cuestiones se sienten profundamente. Los wixárika, los mazatecos y otros grupos indígenas han emitido declaraciones claras denunciando la explotación de sus rituales y advirtiendo contra la degradación ecológica y cultural causada por el turismo y la comercialización. Sin embargo, con demasiada frecuencia, sus marcos espirituales se reducen a elementos estéticos o se despojan de su significado para encajar en un molde clínico.

Uno de los principales riesgos del proyecto de medicalización es que puede despojar a estas plantas de su contexto, biologizando lo que es espiritual y cuantificando lo que es profundamente cualitativo. Al hacerlo, corremos el riesgo no solo de aplanar la complejidad cultural de estas medicinas, sino también de socavar su eficacia.

Estas plantas no son meros agentes farmacológicos; muchas tradiciones indígenas las consideran entidades: maestras, guías, seres espirituales. Para integrarlas de manera significativa, debemos estar dispuestos a ampliar nuestros modelos de curación para incluir dimensiones espirituales y cosmológicas, incluso cuando desafían nuestros paradigmas científicos.

También deben establecerse modelos de distribución de beneficios. Esto significa crear estructuras de concesión de licencias éticas que garanticen que las comunidades indígenas se beneficien directamente —económica, ecológica y culturalmente— de cualquier comercialización de los conocimientos tradicionales. También significa proteger los territorios sagrados de la sobreexplotación y evitar el auge de los llamados «chamanes de plástico», que se apropian de los rituales para su beneficio personal.

Bia: Desde la perspectiva de un profesional del sistema de salud pública, ¿por qué considera necesario un cambio normativo?

Raúl Escamilla Orozco: En primer lugar, para garantizar la seguridad, la calidad y la responsabilidad. En la actual situación de confusión jurídica en torno a los enteógenos, no existe una norma establecida que permita a las personas juzgar una práctica insegura, lo que pone en riesgo tanto a los usuarios como a los proveedores. Un enfoque regulador establecería normas para la formación, la certificación y la calidad de los profesionales, en particular los que operan en la intersección entre los entornos tradicionales y clínicos.

En segundo lugar, para preservar los conocimientos indígenas y tradicionales. Los fundamentos de los enteógenos están profundamente arraigados en la cosmología y la cultura indígenas mexicanas, así como en las prácticas curativas. Las leyes actuales sobre drogas a menudo penalizan estas prácticas ancestrales de salud o las restringen a una «exención cultural», que no garantiza su protección y supone una integración nula en la salud pública. Con la introducción de regulaciones, los sistemas de medicina tradicional podrían obtener reconocimiento legal. De esta manera, los curanderos locales e indígenas podrían colaborar con las instituciones de salud pública para promover modelos de asistencia médica intercultural.

En tercer lugar, México se enfrenta a graves problemas en el ámbito de la salud mental y la adicción, a menudo agravados por la violencia física o estructural. Los enteógenos pueden utilizarse como complemento en el tratamiento de varios trastornos mentales graves, respaldados por un creciente conjunto de datos científicos (principalmente depresión, ansiedad, trastorno por estrés postraumático, adicción y angustia existencial). La reforma normativa crearía protocolos clínicos, directrices éticas y la infraestructura de investigación necesaria para impartir estos tratamientos de manera segura, accesible y equitativa.

El siguiente punto es que, en el marco de la prohibición actual, ciertos grupos marginados se ven más afectados. Así, tanto las enfermedades mentales como la medicina tradicional están estigmatizadas. Ahora es necesario tanto legislar como regular para transformar el marco de castigo en uno que beneficie al individuo y promueva un modelo terapéutico de salud pública.

Varios obstáculos importantes dificultan la investigación científica mexicana sobre los enteógenos, derivados tanto de razones ecológicas como geográficas. La reforma de la legislación permitirá a México realizar ensayos clínicos, llevar a cabo investigaciones académicas e innovar de forma ética, al tiempo que preserva sus propios sistemas de conocimiento.

Por último, países como Suiza, Brasil, Australia, Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda han reorientado sus políticas para apoyar las terapias enteógenas dentro de sus sistemas de salud pública. Como signatario de tratados internacionales de derechos humanos y de salud, México debe proporcionar la atención más eficaz, culturalmente específica y basada en la evidencia disponible.

El control no es solo una cuestión de legalidad, sino un imperativo para la salud pública. Esto es crucial para garantizar la seguridad en el uso, ayudar a utilizar los conocimientos tradicionales de manera más eficaz, ampliar las opciones de tratamiento y transformar el actual sistema de salud mental de México en un modelo más integral y eficaz.

Descubre la Iniciativa de Reciprocidad Indígena de las Américas

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Bia: ¿Cómo pueden los terapeutas e investigadores colaborar con los líderes indígenas de una manera respetuosa, recíproca y legalmente adecuada?

Osiris: Mi punto de partida es como miembro de la comunidad mazateca y nativo de Huautla de Jiménez. Durante setenta años, este lugar ha sido la referencia para hablar de los hongos sagrados y de María Sabina. La historia es larga y es urgente decir que el movimiento psicodélico global y la ciencia psicodélica existen gracias al conocimiento que los pueblos indígenas han aportado de forma voluntaria o involuntaria. En esta perspectiva, los investigadores y científicos han desempeñado un papel determinante en este proceso al legitimar sus narrativas desde la ciencia y una superioridad racial, económica y cultural.

En este momento hay intentos de apropiación cultural y legitimación de cosas sobre las plantas sagradas que los pueblos indígenas desconocen. Así, las prácticas neocolonialistas se intensifican con narrativas científicas, académicas y espirituales. A pesar de esta violencia, los pueblos indígenas han compartido sus conocimientos y siguen haciéndolo para la sanación de personas con problemas psicoemocionales. El reto para los occidentales es cuestionarse de dónde provienen estas enfermedades y si es justo creer que todo se puede curar con dosis heroicas de plantas sagradas.

Este preámbulo sirve para decir que no existe una fórmula para resolver los conflictos del colonialismo sobre los territorios indígenas, sin embargo, hay propuestas que intentan construir relaciones justas entre el norte global y los pueblos indígenas basadas en el diálogo y el respeto a la autonomía indígena, sus conocimientos y sus plantas sagradas. Deben existir muchos diálogos para crear protocolos, activar leyes que garanticen la defensa de los pueblos indígenas, sus derechos, sus territorios y sus conocimientos ancestrales.

Es importante reconocer los esfuerzos de los aliados no indígenas por construir la reciprocidad y tender puentes entre el norte y el sur global para reparar, restaurar y preservar muchos de los elementos culturales indígenas. Muchos de ellos tratan de comprender las complejidades de las realidades indígenas y saben que se trata de un camino largo, pero con efectos beneficiosos para la humanidad. En este proceso, las voces indígenas deben asumir el papel principal y evitar que los esfuerzos y la buena voluntad sean cooptados por agendas particulares en las comunidades indígenas y en el norte global.

De izquierda a derecha: Bia Labate, Osiris García Cerqueda, Anja Loizaga-Velder, Carmen Amezcua y Raúl Escamilla Orozco. «Medicina vegetal en México: del uso tradicional a la terapia psicodélica», en Psychedelic Science 2025, el 19 de junio de 2025 en Denver, Colorado.

Bia: Dada su rica tradición en el uso de plantas sagradas y su comunidad científica contemporánea, ¿cómo puede México contribuir de manera única al movimiento psicodélico mundial?

Anja: México ocupa una posición única en el movimiento científico psicodélico mundial, y sus posibles contribuciones son profundas y multifacéticas. En primer lugar, el legado histórico de México con las plantas sagradas, como los hongos psilocibios, el peyote y la salvia divinorum, es anterior en siglos a la ciencia occidental. Las culturas indígenas han desarrollado sofisticados marcos ceremoniales para estas medicinas. Estas tradiciones vivas no son solo históricas, sino que siguen vigentes, y los curanderos y comunidades indígenas preservan, adaptan y transmiten activamente sus conocimientos en la actualidad. La historia de María Sabina, la chota-a tchi-née mazateca, cuyas ceremonias dieron a conocer al mundo los hongos con psilocibina, es emblemática. Su legado, y el de innumerables practicantes indígenas anónimos, demuestra la profundidad de la sabiduría etnobotánica de México. Se trata de un recurso de importancia mundial: el contexto ceremonial, el énfasis en el entorno y la integración de la comunidad se reconocen ahora en la investigación clínica como factores críticos para una terapia psicodélica segura y eficaz. Al compartir estos marcos e insistir en su integración ética y recíproca en los esfuerzos mundiales de salud mental con psicodélicos, México puede ayudar a que la ciencia psicodélica sea más integradora, respetuosa y eficaz.

En segundo lugar, la biodiversidad de México es extraordinaria. Alberga la mayor variedad de especies psicoactivas del mundo, muchas de las cuales aún no se han estudiado o comprendido completamente. Esta riqueza ecológica ofrece oportunidades para la investigación científica, la conservación y el desarrollo responsable de nuevos enfoques terapéuticos. Al mismo tiempo, sitúa a México en el centro de los debates urgentes sobre la conservación biocultural: cómo proteger tanto las plantas como los contextos culturales que les dan sentido.

La comunidad científica contemporánea de México está cada vez más comprometida con estas cuestiones. También existe un movimiento creciente para garantizar que las voces indígenas no solo se incluyan, sino que sean fundamentales en estos debates, promoviendo modelos de colaboración, distribución de beneficios y soberanía indígena.

El interés mundial por las experiencias y terapias psicodélicas corre el riesgo de mercantilizar y medicalizar las plantas sagradas y apropiarse del conocimiento indígena. Por lo tanto, la contribución de México también debe ser sentar precedentes éticos...

Anja Loizaga-Velder

Sin embargo, existen retos importantes. El interés mundial por las experiencias y terapias psicodélicas corre el riesgo de mercantilizar y medicalizar las plantas sagradas y de apropiarse del conocimiento indígena. Por lo tanto, la contribución de México también debe consistir en sentar precedentes éticos: demostrar cómo las naciones pueden proteger los derechos indígenas frente a la biopiratería, apoyar la conservación biocultural y fomentar relaciones respetuosas y recíprocas entre los guardianes tradicionales y el mundo científico.

En resumen, la contribución única de México radica en su capacidad para tender puentes entre la sabiduría ancestral y la ciencia moderna, ofrecer modelos vivos de uso ceremonial, proteger y estudiar su biodiversidad sin igual, y dar ejemplo en materia de políticas éticas y colaboración. De este modo, México puede contribuir a garantizar que el movimiento psicodélico mundial no solo sea innovador, sino también justo, sostenible y profundamente arraigado en el respeto por las culturas y los ecosistemas de los que proceden estas medicinas.

Bia: ¿Cómo ven los profesionales mexicanos de la psicología y la psiquiatría la integración de la medicina tradicional a base de plantas en los marcos modernos de salud mental?

Carmen: Dentro de la psicología y la psiquiatría mexicanas, existe un reconocimiento cada vez mayor del valor de la medicina tradicional. Afecciones como el susto, los nervios y el espanto, marginadas durante mucho tiempo por la nosología occidental, se reconocen cada vez más como expresiones culturalmente relevantes del malestar psicológico. En las instituciones públicas, especialmente en las zonas rurales, los curanderos y herbolarios ya se están integrando en los programas de salud, aunque de manera informal.

Sin embargo, el campo sigue dividido. Mientras que algunos médicos e investigadores aceptan el potencial de psicodélicos como la ayahuasca y la psilocibina, otros se mantienen cautelosos y alegan la necesidad de pruebas más sólidas. En muchos casos, lo que falta es un marco para la medicina intercultural, que no idealice ni rechace los conocimientos tradicionales, sino que busque formas de combinarlos respetuosamente con los enfoques biomédicos.

Están surgiendo iniciativas pioneras. Se están llevando a cabo estudios piloto sobre protocolos de terapia asistida con psicodélicos adaptados a la cultura. Los programas de formación para profesionales de la salud mental están empezando a incluir módulos sobre atención espiritual, seguridad ritual y humildad cultural. Son señales esperanzadoras.

Creo que el camino a seguir pasa por la síntesis intercultural, no por la uniformización o la dilución de ninguna de las dos visiones del mundo, sino por un espacio cuidadosamente negociado en el que puedan coexistir múltiples epistemologías.

Esto requiere tiempo. Requiere confianza. Y requiere una humildad radical por parte de aquellos de nosotros que hemos sido formados en los modelos occidentales de atención.

No somos los primeros en descubrir estas medicinas. Llegamos tarde a una conversación que lleva generaciones en marcha. Lo menos que podemos hacer es escuchar, con atención, respeto y con la conciencia de que la verdadera curación solo puede producirse cuando se honra no solo al individuo, sino también a la cultura, la tierra y el espíritu de donde surge.

Bia: ¿Cómo pueden el público internacional, los profesionales y los investigadores apoyar la preservación de la sabiduría ancestral de las plantas de México de manera ética y significativa?

Raúl: En primer lugar, actuando bajo la supervisión de los pueblos indígenas, no simplemente como consultores o símbolos de la indigenización. Asegurarse de que todas las actividades de investigación y cooperación respeten el consentimiento libre, previo e informado (FPIC). No participar nunca en prácticas que extraigan la sabiduría. No debe convertirse en un producto comercial, ni ser sustituida por algo que no tenga valor para la comunidad o el medio ambiente.

En segundo lugar, el conocimiento colectivo y la información tradicional son propiedad pública. Ayudar a establecer protección legal (por ejemplo, derechos bioculturales, acuerdos de distribución de beneficios, áreas protegidas) para el conocimiento tradicional y sus productos. Sin consentimiento informado específico, no publicar ni registrar en el sistema de patentes ningún conocimiento obtenido de las comunidades.

En tercer lugar, deben respetarse los sistemas de gobernanza indígenas y las formas en que estipulan el uso de las plantas medicinales. Debemos financiar o promover proyectos gestionados por la comunidad, como programas de conservación y educación cultural, que contribuyan a mantener vivas las formas tradicionales.

Debemos coordinarnos con los guardianes del conocimiento tradicional para desarrollar modelos de atención intercultural que combinen la sabiduría ancestral con la medicina basada en la evidencia. Los poseedores de conocimientos tradicionales deben ser coautores cuando sea apropiado. Los resultados de la investigación deben beneficiar a las comunidades, no solo a las instituciones o las empresas privadas.

Apoyar los debates y los intercambios culturales que permitan a ambas partes aprender unas de otras, en lugar de centrarse en el turismo o el turismo religioso. Las ceremonias, los símbolos o el uso de la medicina vegetal nunca deben convertirse en propiedades comercializadas en retiros o industrias del bienestar.

Utiliza tu influencia para potenciar las voces indígenas en los debates sobre políticas nacionales e internacionales. Fomenta reformas que respeten el carácter sagrado de plantas como el peyote y las protejan de la sobreexplotación, la comercialización y la criminalización.

Raúl Escamilla Orozco

Utilizar su influencia para potenciar las voces indígenas en los debates sobre políticas nacionales e internacionales. Fomentar reformas que respeten el carácter sagrado de plantas como el peyote y las protejan de la sobreexplotación, la comercialización y la criminalización. La legislación no debe abolir los usos tradicionales de las plantas ni convertir su observancia en un acto delictivo.

Por último, debemos proporcionar apoyo financiero, lugares de reunión, oportunidades de formación y puntos de acceso institucional a los académicos, jóvenes y practicantes indígenas en sus propios términos. En la financiación de la investigación y las oportunidades de publicar artículos, hay que desafiar el desequilibrio existente que favorece a los países ricos e industrializados.

En resumen, desde la curiosidad hasta la solidaridad, desde la extracción hasta la reciprocidad, y desde el consumo hasta la conservación, los socios internacionales deben cambiar su actitud hacia el patrimonio espiritual tribal. Para preservar la sabiduría ancestral de las plantas de México, se necesitará mucha humildad, relaciones a largo plazo y equidad, no solo admiración por la fuerza de estas plantas. El papel del público internacional, los practicantes y los investigadores es crucial para preservar la antigua sabiduría de las plantas de México. Sin embargo, debemos abordar este trabajo con respeto, compromiso y humildad.

Portada de Pedro Mulinga

Nota: Este artículo se presentó originalmente como una mesa redonda titulada «Plantas Sagradas en México: del uso tradicional a la terapia psicodélica», en Psychedelic Science 2025, el 19 de junio de 2025 en Denver, Colorado, y publicado originalmente en inglés en el sitio web Chacruna Institute.

Osiris García Cerqueda, PhD, es historiador y sociólogo mazateco de Huautla de Jiménez, Oaxaca. Es coordinador del Programa IRI de Chacruna.

Anja Loizaga-Velder, PhD, es psicóloga clínica y lleva veinte años investigando el potencial terapéutico del uso ritual de plantas psicodélicas. Es directora de investigación y psicoterapia del Instituto Nierika, en México.

Carmen Amezcua es médico y cuenta con más de 24 años de experiencia en liderazgo en el ámbito de la salud. Formada en terapia asistida con psicodélicos por el IPI, actualmente imparte cursos sobre cannabis medicinal, psiquiatría integrativa y medicina psicodélica.

Raúl Escamilla Orozco es médico cirujano y obstetra por la UANL (Universidad Nacional Autónoma de México) y psiquiatra especializado en esquizofrenia por la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

Bia Labate, PhD. Ha publicado 28 libros y tres ediciones especiales de revistas sobre plantas medicinales psicodélicas, chamanismo, religión, rituales, políticas de drogas y justicia social. Es cofundadora y directora ejecutiva del Instituto Chacruna.

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